Canadá, en conjunto con Estados Unidos, ha decidido imponer aranceles del 25% al acero y aluminio importados de China. Esta medida, que busca contrarrestar la competencia desleal del gigante asiático, podría tener un impacto significativo en la industria de la construcción y el sector inmobiliario.
El encarecimiento del acero, un material clave en la construcción, podría aumentar los costos de los proyectos, lo que a su vez podría trasladarse a un alza en los precios de bienes raíces, afectando a los consumidores finales.
Además, estas tensiones comerciales se suman a un contexto global donde la inflación y los costos de materiales ya representan desafíos para el sector de la construcción. Esta política de aranceles busca proteger a las industrias locales, pero también podría generar efectos colaterales en el mercado inmobiliario y de la construcción en Canadá y más allá.
Los nuevos aranceles sobre el aluminio y el acero entrarán en vigor el 15 de octubre. El gobierno ha publicado una lista preliminar de productos y ha dado al público la oportunidad de emitir comentarios antes de la implementación el 1 de octubre.
El impuesto adicional para vehículos eléctricos comenzará a regir el 1 de octubre e incluirá también ciertos automóviles de pasajeros, camiones, autobuses y furgonetas de reparto híbridos. Este impuesto se sumará al arancel ya existente del 6.1% aplicado a los vehículos eléctricos provenientes de China, según un comunicado de prensa del gobierno.
Además, el gobierno de Trudeau está iniciando una nueva consulta de 30 días sobre otros sectores clave, como baterías y sus componentes, semiconductores, productos solares y minerales críticos.
«Estamos transformando el sector automotriz de Canadá para posicionarlo como líder mundial en la fabricación de los vehículos del futuro», comentó Trudeau en Halifax. «Sin embargo, actores como China han buscado obtener una ventaja injusta en el mercado global, poniendo en riesgo la seguridad de nuestras industrias clave y desplazando a los trabajadores canadienses del sector automotriz y metalúrgico».
Canadá, una economía orientada a las exportaciones que depende en gran medida del comercio con Estados Unidos, ha seguido de cerca las políticas de la administración Biden para elevar las barreras arancelarias sobre vehículos eléctricos, baterías, células solares, acero y otros productos chinos.
El sector automotriz canadiense está estrechamente vinculado con el de su vecino, ya que la mayoría de su producción de vehículos ligeros, que alcanzó 1.5 millones de unidades el año pasado, se destina al mercado estadounidense.
Chrystia Freeland, ministra de Finanzas y una de las figuras más influyentes del gabinete de Trudeau, ha sido una de las principales defensoras de adoptar una postura más firme frente a las exportaciones de vehículos chinos y de fortalecer los lazos comerciales con Estados Unidos.
En junio, anunció una consulta pública sobre posibles medidas para dificultar a las empresas chinas la venta de vehículos eléctricos en el mercado canadiense. Durante una entrevista con Bloomberg News en julio, dijo que la consulta sobre aranceles podría ir más allá de los autos eléctricos.
El gobierno también anunció el lunes que limitará la elegibilidad para los incentivos para vehículos eléctricos a los productos fabricados en países que han negociado acuerdos de libre comercio con Canadá.
Revisará los nuevos gravámenes dentro del año siguiente a su entrada en vigor.
De acuerdo con Statistics Canada, el valor de los vehículos eléctricos importados desde China por Canadá aumentó a 2,200 millones de dólares canadienses (1,600 millones de dólares estadounidenses) el año pasado, en comparación con menos de 100 millones de dólares canadienses en 2022. El número de automóviles que llegan al puerto de Vancouver desde China se incrementó después de que Tesla Inc. comenzara a enviar vehículos Model Y desde su planta en Shanghái.
No obstante, la principal preocupación del gobierno canadiense no es Tesla, sino la posibilidad de que en un futuro cercano se comercialicen vehículos económicos producidos por fabricantes chinos. En julio, BYD informó al gobierno de Canadá sobre sus planes de ingresar al mercado canadiense y señaló su intención de hacer lobby ante legisladores y funcionarios.
Trudeau ha estado bajo presión tanto política como industrialmente. El sector automotriz de Canadá ha estado presionando para que se eleven los aranceles, con el fin de proteger empleos y salarios locales, argumentando que los vehículos eléctricos chinos son más económicos debido a normas laborales menos estrictas.
Además, el gobierno ha apostado fuertemente por fabricantes de automóviles y aliados democráticos, comprometiéndose con subsidios multimillonarios para plantas de vehículos eléctricos y fábricas de baterías de empresas como Stellantis NV, Volkswagen AG y Honda Motor Co.
Los productores de acero y aluminio en Canadá también han presionado reiteradamente al gobierno para restringir el acceso de China, argumentando que la política industrial de Xi Jinping permite que China inunde de manera desleal los mercados extranjeros, poniendo en riesgo los empleos locales.
Redacción: Sur Selecto Real Estate.
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